Cocochas de merluza en salsa verde

Cocochas de merluza en salsa verde

“¿Quiere la cabeza y la espina?”

Es lo que siempre nos preguntan en la pescadería cuando nos limpian el pescado. ¿Vosotros qué respondéis? Yo siempre digo SÍ; Por lo menos, a la cabeza…

Aaayyy!! ¿Qué ha sido de aquellos sencillos placeres de la vida, como comerse una churruscada cabeza de pescadilla…?

Y lo que más rabia me da, si digo NO al pescadero, es que con la cabeza se queda el bocado más delicioso y selecto que tiene: la COCOCHA.

¿Que dónde está eso? Pues debajo de la quijada inferior del pez. En sí, es un despojo del pescado, pero ¡tan exquisito!

El pescadero saca las agallas y corta la cabeza… Después, se entretiene cortando, una a una, las cocochas de todas las cabezas desperdiciadas por los clientes a lo largo del día, y les pone precio… 50 o 60 € el kilo, dependiendo de la temporada…!!!

De acuerdo. Peso neto. Sin huesos, espinas ni desperdicios. ¡Vamos, producto GOURMET ! ¡Delicatessen!

¡Lujo puro y duro! De esos que no se pueden tener todos los días. Pero con los que, de vez en cuando, tiras la casa por la ventana para celebrar algún acontecimiento muuuyyy especial…

Carpe Díem... que diría aquel…


Cocochas de merluza en salsa verde

Ingredientes para 2 personas

  • 300 gr de cocochas

  • 150 ml de aceite de oliva virgen extra

  • 3 o 4 dientes de ajo

  • 1 guindilla (opcional) 

  • Perejil fresco picado

  • Sal

Preparación

  1. Lavar y secar bien las cocochas y espolvorear con unos granos de sal gorda.

  2. Se pone una cazuela al fuego (mínimo) con los ajos laminados, unas guindillas y el fondo de aceite.

  3. Cuando los ajos empiecen a “bailar”, es el momento de echar las cocochas a la cazuela. Se rehogan un poco, y se añade el perejil fresco muy picado.

  4. Retiramos la cazuela del fuego y la movemos con un vaivén, para que las cocochas suelten la gelatina. Iremos añadiendo el aceite, según se vaya ligando la salsa.

Hay que hacerlas con el fuego muy lento, para que no se corte la salsa y, de vez en cuando, agitamos la cazuela.

La salsa irá creciendo según el aceite que vayamos usando. Cuanto más aceite, más salsa…

Serviremos directamente en la cazuela.

El secreto: “bailar” mucho la cazuela fuera del fuego. Mucha paciencia, vaya… y una gran recompensa.

No es absolutamente indispensable, pero una cazuela de barro le da ese punto tradicional que tanto gusta…